"Se necesita contable con experiencia. Experto en informática y con disponibilidad para viajar. Se ofrece agradable ambiente de trabajo, con equipo humano bajo su dirección y despacho propio. Jornada laboral de 35 horas semanales -obligatorias- con o sin festivos. El sueldo inicial es de 4.000 € incrementándose -cada año- el IPC anual.
Interesados enviar CV a la Calle de Alfonsina, s/n., al departamento de RRHH"
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Me pondré el traje de chaqueta marrón y los tacones -a juego- de media altura, no sea que tenga muchas escaleras y me deje los dientes en algún escalón.
Pues estoy nerviosa, ¿te lo crees?, tanto tiempo sin trabajar y con mi edad... pero, parece que les gustó mi historial, así que deja ya de pensar en una broma o una equivocación... el sobre tiene mi nombre y dirección, la carta trae adjunto una copia de mi currículum con el estampillado, en rojo, de "APTO". Así que soy apta, capacitada para sus necesidades... Lo más raro es que quieren que lleve una maleta con todo lo necesario para viajar al extranjero, pasaporte sobre todo.
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Qué extraña sensación tengo. La calle, sin esquinas ni aberturas laterales, está desierta y acaba justo ante la puerta de la casa. La fachada es preciosa, me recuerda las casas coloniales...
¡Oh, se ha abierto sola la puerta! debe tener un sensor o estaban avisados de mi llegada. Estoy mareada, la sensación de vértigo es brutal y mis pies... los siento como si no tuviesen suelo debajo...
Abro los ojos y, más adaptados a la penumbra, recupero el aliento al ver el ir y venir de personas por el enorme hall. El miedo al fracaso me ha jugado una mala pasada, seguro.
Ya estoy dentro y tengo instrucciones precisas de hacia dónde dirigir mis pasos. Me cruzo con señores trajeados y maletines de piel en las manos, señoras elegantísimas y bellas que van dictando algún memorando o dando instrucciones de trabajo a través del móvil. No reparan en mi y yo me aparto de sus recorridos para no chocar.
Por fin encuentro la puerta ¡y ya han rotulado mi nombre!... Ya estoy dentro (¿pero quién ha abierto la puerta si no es corredera ni de cristal?... -calla, deja los nervios, habrás sido tú misma, boba). Mi vista abarca una sala con doce mesas, sin muros ni paneles de separación, perfectamente alineadas, ocupadas tanto por chicos como por chicas elegantemente vestidos y perfumados (demasiado diría yo), que han cesado su silencioso trabajo y me han sonreído, dando la bienvenida. Uno de ellos se me acerca, coge con delicadeza el maletín de mi mano y me dice:
- ¿se encuentra bien?... ¿un poco mareada, tal vez?... no se preocupe, son los síntomas lógicos de la primera vez; en seguida se habituará. Es el cambio tan brusco, demasiadas imágenes a gran velocidad ¿verdad?
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- ¡Señora... señora!
Aún respira, aunque tiene el pulso muy débil... ¡Llamad a una ambulancia, a ésta la hemos cogido a tiempo!
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Me hundo, no es una sensación... ¡realmente el suelo ha desaparecido bajo mis pies!!... ¡¡¡y la casa, ¿dónde está la casa?!!!
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- Mire inspector, también lleva un periódico con ese extraño anuncio.
(MariluzGH)