Se levantó con la elasticidad del junco que se yergue, acunado por los vientos. Dirigió los pasos hacia la puerta y se volvió para mirarme. Sus labios dibujaron su inolvidable sonrisa cuando se posaron en los míos y con su mano acarició mi mejilla. Abrió la puerta dejando entrar un aire gélido que lo envolvió mientras salía definitivamente de mi vida.
No será el beso lo que recordaré para siempre, sino el suave roce de sus dedos en mi cara; cálido y sereno como la lágrima que se desliza desde mis ojos, testigos de su último suspiro.
Qué belleza de letras, amiga guapa..
ResponderEliminarUn fuerte abrazo desde Tenerife
Hola MariLuz, al leerte, me transmites serenidad y paz.
ResponderEliminarAbrazo. Jabo
No acabo de entender si ese último suspiro es de muerte o de olvido y abandono...
ResponderEliminarSiempre queda algo para el recuerdo...
ResponderEliminarMuy bello.
Un abrazo
Nadie que te haga llorar te merece. Y si lo extrañas quizás te duela lo que te digo, pero mejor que se fué.
ResponderEliminarBesos
gracias por visitar
http://nidaeldore.blogspot.com
Bello. Con esa última frase que dice tanto.
ResponderEliminarAy, los besos de las despedidas, cuánta intensidad.
Un beso (no de despedida sino de hasta luego :-))
El último beso y sus detalles periféricos...
ResponderEliminarO sea, todo del último momento.
Besos
Madre mía MariLuz, que último beso más conmovedor. Todo el relato es una maravilla y ese final es pura poesía.
ResponderEliminarUn abrazo
Nunca, nunca MARILUZ hay un último beso... jamás bonita, por más precioso que hayas escrito esta despedida, eso nunca, nunca lo sabemos... ¡¡ojalá un día recuerdes esto y me digas!! joooo tenías razón... ya verás como sí.
ResponderEliminarUn beso inmeeeeeeeeenos cielo
PD
Como haya llegado triste, te doy en un cachete en le culete ¿no verdad? por facvooooooooor noooo muaaaaaaaaaaaaakssss
Aún más importante que recordar, resulta necesario no olvidar esa última sensación de emoción concentrada.
ResponderEliminares precioso M.
:))
Qué delicioso y taciturno microrelato querida Mari; sentí el desconsuelo, el gélido viento y el grande espacio de la cama.
ResponderEliminarEl problema de lo último es que no siempre queremos que así lo sea, incluso habrán casos en que se sienta como lo primero. Para vos, un infinito de abrazos y admiraciones. Te quiero que jode (como se dice por acá), hermosa.