Fumando espero

Desde la distancia se aprecia la postura indolente adosada a la columna. Las manos en los bolsillos logrando un efecto de desaliño con la cintura caída, la camiseta levantada mostrando la redondez de su ombligo y la chaquetilla hacia atrás. Anudando el pantalón a la cintura una cinta azul rematada en un lazo bien adornado, le da un toque más de elegancia que de pobreza. En la boca -levemente caído- asoma un cigarrillo casi consumido y la ausencia de humo desvela que ya está apagado o esperando la ansiada cerilla que lo encienda y le devuelva su aroma y sabor, iluminando -a cada calada- sus aniñadas facciones. Porque cuando te acercas, descubres ese flequillo salvaje en una recortada melena que enmarca la cara de un pilluelo no mayor de 13 años y una mirada lánguida, miles de veces ensayada en los retrovisores de los coches aparcados y los escaparates. Cuando lo miras no puedes evitar la sonrisa y sin más, vences todas las dudas, cierras los ojos y traspasas la puerta acristalada, que saluda con un tilín tilín tilín de aviso

- Buenas tardes. Por favor, prepáreme para regalo la preciosa figurita del escaparate.

Relato participante del III Encuentro Literario Internacional “Luz del Corazon” E.L.I.L.U.C.