30 de junio de 2011

Son de verdad



A Javier

Trata de guardar la risa 
tras una barba canosa 
¡tienes bemoles la cosa 
con tan sincera sonrisa!


Vive positivamente, dice con su mirada 
y quieres que su palabra 
te acompañe en esos momentos tristes.


Ganas un amigo cuando lo abrazas 
y si quieres una vida 
-que nunca te obligue a nada- 
Jabo, Javier, Javi se llama 
y hoy en 1.0 su amistad me regala.

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A Asun y Xana

Sus ojos tras los cristales te taladran 
te analiza y te atrapan 
y en los rizos de su pelo 
la vida se le enmaraña.


Xana es su sombra, su niña 
con melancólica mirada, 
pelaje blanco y en las orejas 
el negro le añade gracia.


Es una persona auténtica 
vida en 1.0 para hoy y mañana. 
Para cuando quieres huir 
su simpatía te atrapa.


Asun y Xana, mis nuevas amigas 
en Pamplona, la capital de Navarra.
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(MariluzGH)

25 de junio de 2011

Quiero decir


Despojo el alma de vanidades,
la inmensidad del mar lo reclama...
Quiero decir te quiero

Es tan difícil vivir sin tus besos
como vaciar de arenas la playa.
Quiero decir te amo

Quiero decir, pero mi boca calla

(MariluzGH)
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20 de junio de 2011

El reencuentro


La niebla crea incertidumbres, sombras chinescas que hacen galopar el corazón a ritmo desbocado y consigue que dudemos hasta de nuestra propia presencia.
Las manos surcadas de profundas arrugas, con prominentes y sinuosos ríos azulados descansan sobre el embozo de la sábana. La palidez embellece unos dedos finos, largos y bien cuidados, pero fríos y rígidos como garfios. A veces, sin motivo aparente, se encogen en un colvulso movimiento convirtiéndolos en una garra defensiva y temerosa. Es el instinto -piensa- ¿tal vez el miedo?

Ya ha perdido la cuenta, pero son muchos años en esa denigrante posición, expuesto a las miradas críticas y de asco que todo visitante le prodiga. Expuesto en una vitrina como un animal salvaje...

- ¡Ah si pudiera levantarme de aquí!... ¡si aún tuviera mis piernas!... Habéis venido a ver mi declive, lo advierto en vuestros ojos. Pero no os reconozco. ¡¡No sé quiénes sóis!!... no sóis mi gente, ni mi pueblo, ni mi raza... ¡Hablad! ¿o es que aún me tenéis miedo?

- Te has equivocado en todo: no tenemos miedo; somos de tu misma raza; tu mismo pueblo; somos tu gente y no venimos a ver tu declive sino a liberarte. Porque nosotros somos libres.

Y desaparecieron entre la niebla.

Los dedos se relajan y vuelven a su posición de durmiente. Siente fluir la sangre más allá de las caderas, como si renacieran nuevas piernas, vivas y fuertes como leños. El sopor se apodera de su consciencia y trata de recordar quién es.

El baile de caras es incesante. Enloquecidas espirales de caras desfilan por su cabeza. -¡No, no están en mi cabeza sino en la habitación!- Todas diferentes pero con un rasgo común: el miedo. Y cuando lo descubre, siente renacer su poder, acrecentarse su orgullo. -¡¡Venid malditos. Volved!!- Y como por arte de magia se materializan todas las caras... millones de ellas. Quietas y espectantes. Pero lejos de mostrar miedo, sus labios sonríen abiertamente y con satisfacción.

Todo volvía a empezar de nuevo... -¡¡No... piedad... piedad!!-

-¡¡Pelotón!!... ¡¡apunten!!... ¡¡¡Fuego!!!

Humillado y herido de muerte cae desmadejado sobre una balsa de cal viva, donde cientos de cuerpos -con su misma cara- le están esperando. Pero él vive y -en su agonía- nota las quemaduras, el descarnarse... y el atroz sufrimiento le impide morir con dignidad.

-¿Nos recuerdas ahora? -articulan en una sola voz todas las bocas.

-¡Piedad. Os lo suplico! Dejadme morir y pagar mis culpas. Acabad con este sufrimiento constante.

-¿Quieres pagar tus culpas y reclamas piedad?... ¿qué culpa tuvimos nosotros?... ¿dónde guardabas tu piedad mientras nos mandabas fusilar; quemar en hornos; desollar -peor que a animales- con tus bombas de napalm; asfixiarnos con gas; hacernos saltar por los aires con tus bombas antipersonas; ahogarnos en ríos y mares profundos arrojados desde aviones como fardos inanimados?... ¿dónde tu misericordia mientras nos violaban y usaban como desahogo de cientos de brutos deshumanizados como tú?... dime ¿dónde tu humanidad y nuestra culpa?...

Pero no temas. Hemos venido a liberarte. ¿Ves? ya vuelves a estar en la camilla -carcomido por la enfermedad- sin brazos, sin piernas, con medio tronco y sin boca...

Mañana volveremos para divertirnos un rato más, todos juntos.

La niebla se va extendiendo por la habitación lentamente y en su sopor vuelve a encontrarse con las caras de siempre
...

-Doctor ¡mire! una lágrima...

-Eso es imposible, enfermera. Éste muñón no tiene apenas corazón y le falta la parte del cerebro que gobierna los sentimientos. Deje de perder el tiempo con él y continúe su recorrido.

...

La multitud de caras sonrientes que rodea su camilla va materializándose... -¿estás preparado?
(MariluzGH)
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15 de junio de 2011

Mañana


Las arrugas moldean mi mirada,
definen mis ojos rajados
y lo que ayer eran surcos de sorpresa
se han convertido en años.

Las canas que al alba eran de identidad
al atardecer son de madurez.

Mis pasos lentos -de calma-
hoy son dañados pasos sin alma.

La sonrisa fresca y pronta a la carcajada
hoy es un rictus, una mueca sin cara

Ayer se llevó lo mejor,
hoy, sin ser lo peor, no me gusta
¿dónde estaré mañana?

(MariluzGH 28-12-09)
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10 de junio de 2011

Incubus


Siempre que salía del letargo le embargaba la misma sensación de angustia. Una fuerza inusitada se apoderaba de sus músculos y tenía que sacarla fuera de una forma u otra. El gimnasio era una buena opción pero ¿qué ocurría en esas horas nocturnas o en días festivos que todo cerraba? Tenía que canalizarla hacia una única dirección -si quería sobrevivir- y sin provocar grandes destrozos.

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Celso recorrió los pocos metros que le separaban del local nocturno, mirando a cada lado, en busca de un desahogo. Las luces de neón, con sus guiños, le mostraban siluetas inquietantes a ambos lados del camino. La vio enseguida. Con su paso provocador y altanero iba llenando los huecos de la acera -¿para quién, si no hay nadie?, pensó Celso-. Pero él no sabía que todo ese despliegue de osadía iba dirigida totalmente para atraer su atención; porque había sido percibido por su olor antes que visto por unos ojos amarillos, profundos y sin expresión que le estaban aguardando pacientemente. Muy pacientemente.

Una vez ante la puerta del local, observó tímidamente el caminar de la joven, pero ella parecía no estar interesada ya que lo dejó marchar sin disminuir un ápice su contoneo. Decepcionado, Celso siguió el destino que había trazado mentalmente: la barra del bar.

- Glenfiddish doble, por favor –pidió a la rubia escultural que se le acercó desde el fondo, con una sonrisa perfecta adornando su cara.

- ¡Vaya, parece que tienes un paladar caro! ¿cómo te llamas, guapo? –se escuchó desde el rincón oscuro de la barra, al tiempo que un leve siseo iba tomando volumen a su alrededor.

- Me llamo Celso y me gusta ver la cara de quien me habla.

- Mejor en otro momento. Yo no me muestro ante desconocidos, al menos hasta que no conozco ciertos detalles.

- Tengo todo el tiempo para darte todos los detalles que necesites –se sorprendió Celso diciéndole a la voz sin cuerpo. El siseo aumentaba y disminuía de intensidad según quién hablaba y qué decía; parecía más interesado en él porque cuando decía algo, apenas era audible.

- Pero a mi no me queda tiempo para dedicarte. Lo dejamos para otro día mejor.

Celso sintió la segunda decepción en la misma noche y una oleada de furia fue ganando terreno entre sus bien medidos movimientos. Pero tan rápida como se inició, murió en sus venas. El siseo que había crecido hasta niveles ensordecedores, cesó repentina y rotundamente. Una leve luz amarilla atravesó el salón desde la puerta de entrada. El monumento andante se le acercó lentamente y con la misma cadencia de caderas que derramaba en el exterior le embriagó todos sus sentidos.

El juego empezó en el mismo segundo que cruzaron sus miradas. La fuerza que se iba generando alrededor hacía temblar las pocas velas que iluminaban las mesas. El aire se paralizaba a cada parpadeo de ella y él –ardiendo de lascivia- secaba toda gota de sudor que le nacía en la frente.

- Gladys ponme lo mismo que al caballero.

El terciopelo de su voz le estremeció y deseó oír su nombre pronunciado por ella, ver su lengua rosada asomando al tiempo de modular la C y admirar el fruncimiento de sus labios –como para besar- al pronunciar la O.

- Celso.

- ¿Cómo dice?

- Perdone señorita… mi nombre es Celso.

- Atenas, encantada. Y espero no me dirás la bobada de ‘capital de Grecia’

Celso se quedó paralizado porque justo eso era lo que iba a decir y se reconoció tan absurdo como alterado por sentir celos de quienes antes que él tuvieron oportunidad de sentir la caricia de su voz.

El siseo se hizo otra vez audible, mientras Atenas con elegantes movimientos tomó su mano y le acercó a su boca atrapando su lengua y dejándose atrapar por la de él. Celso dejó de respirar. El suelo desapareció literalmente bajo sus pies. Y al abrir los ojos se encontró sobre un lecho húmedo y caliente de humores varios. Atenas yacía a su lado. Dormida. Desmadejada y rendida. Los ojos de un extraño amarillo –gracias a unas lentillas ‘ojos de gato’- permanecían fijos en el techo de la habitación. Sin brillo. Y en sus labios el rictus de la sorpresa. Sin respiración. Sin latidos. Sin vida.

Celso se incorporó de la cama, cubierto de escamas transparentes, verdes y tornasoladas. Con un ágil movimiento las desprendió todas, tomó su ropa para vestirse y el siseo que había desaparecido volvió a llenar el silencio de la estancia. Pero esta vez era más intenso y ensordecedor. Con los tímpanos heridos alargó el brazo, manoteando en el aire…

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Se despertó cubierto en sudor. Otra vez el despertador le había liberado de una nueva pesadilla. Debía encontrar explicación a sus sueños. Tan reales. Tan vívidos. Abrió el grifo de la ducha al tiempo que veía caer una escama verdosa y deslizarse por el desagüe, con las primeras ráfagas de agua fría…

(MariluzGH)

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Nota: Incubus=pesadilla en latín

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5 de junio de 2011

En el abrir del cielo


En el abrir del cielo
cuando la máxima negrura
prelude el brillo de tus ojos
-como la aurora de los días-,
en ti me cobijo
y entre tus brazos me arropo.

Busco la seguridad de tu latido,
el ritmo acompasado de tu aliento,
la suave caricia de tus manos,
la complicidad de tu sonrisa
y entre tus besos me enredo.

No quiero compartir ningún suspiro
y entre tormentas infundadas
-porque no es perfecta la vida-
mezclamos dulces y amargos, besos y lágrimas.

(MariluzGH)
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