30 de abril de 2009

Resurrección




Esta noche sedienta yo me he preguntado
quién eres y quién eres.
Por qué es triste tu carne como un leño apagado
y por qué tienes llena la boca de alfileres.

Y despacio, esta noche yo te he separado
como un árbol de amor, de las demás mujeres,
y haciendo de mi sangre un agua he bautizado
con ella tus angustias y placeres.

Y le he dicho a la muerte que no puede matarme!
Y le he dicho a la vida que no puede vencerme!
Y le he dicho a la tierra que si logra enterrarme,
a donde ella me entierre tú irás a recogerme!
Y le he dicho a la nada que si logra apagarme,
tú, con tus grandes besos, volverás a encenderme!

(Jorge Debravo 1938-1967)

27 de abril de 2009

Alba de mi silencio



En ti me he silenciado...
El corazón del mundo
está en tus ojos, que se vuelan
mirándome.

No quiero levantarme de tu frente fecunda
en donde acuesto el sueño de seguirme en tu alma.

Casi me siento niña de amor que llega hasta los pájaros.
Me voy muriendo en mis años de angustia
para quedar en ti
como corola recién en brote al sol...

No hay una sola brisa que no sepa mi sombra
ni camino que no alargue mi canción hasta el cielo.

¡Canción silenciada de plenitud!
En ti me he silenciado...

La hora más sencilla para amarte es ésta
en que voy por la vida dolida del alba.

(Julia de Burgos 1914-1953)

21 de abril de 2009

Algún día



ALGÚN DÍA

Algún día te escribiré un poema que no
mencione el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores,
que no tenga jazmines o magnolias.

Algún día te escribiré un poema sin pájaros,
sin fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.

Algún día te escribiré un poema que se limite
a pasar los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas;
algún día escribiré un poema que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones,
con la intensidad estrujada de tu abrazo.
Algún día te escribiré un poema, el canto de mi dicha.

Darío Jaramillo Agudelo ( Colombia 1947

16 de abril de 2009

Hay perros que mueren de la muerte de su amo



Hay perros

que mueren de la muerte de su amo



cuerpos que no hacen el amor,

hacen el miedo



que no se agitan,

tiemblan.



Y hay hombres

en los que muere dios

como una gota de lacre

sobre el pecho

de un torso de mármol,



son los que lloran cuando creen

estar hablando,

o gritan soñando, pero al alba

olvidan el grito

con que encendieron la noche.



Hay hombres en los que gime dios

por no encontrar un hombre

donde morir de carne,



pero no llora como quien lo hace

solo,

llora como quien llora abrazado a un niño.

(Hugo Mujica 1942)